REFLEXIONES, AUGURIOS Y FICCIONES.

 

Durante veintiséis años tuve frente a mí una casa. Una casa como cualquier otra casa... nunca supe con certeza lo que me gustaba o no, de esa casa.

Ni me preocupaba, la verdad es que casi me resultaba indiferente… total que no era más que una casa. como hay muchas casas.

Yo la veía, y sé que, ella muy tímida, solapadamente también lo hacía.  

Y no fue, sino hasta 1999, cuando pensé hacer una serie de pinturas que me recordaran a esa casa. Y originalmente pensé en que esas pinturas serian abstractas, quería que hablaran de mis reflexiones y pensamientos diarios, que reparé en aquella casa. Jamás imaginé que este proyecto me llevaría más de nueve años realizarlo. Por las condiciones de guerra en nuestro país, por mis ocupaciones de sobre vivencia en un empleo que nada tenia que ver con el arte, pero que al final de cuentas se volvería tan obsesivo que, casi pasaba esclavizado en su ejecución. Empecé bocetos de un ojo...

La idea era hacer un ojo abstracto en su forma, y que su contenido hablara de mi mundo existencial, relacionado con el misterio que despertaba en mi, aquella casa. Conforme lo iba construyendo, inconscientemente pensaba en aquella casa ¡y al fin entendí lo que me obsesionó tanto de ella!… eran sus ventanas.

Eran nueve ventanas que fisgoneaban al exterior de su mundo con ojos de ventanas y curiosidad de niño. Esas nueve ventanas no eran otra cosa más... que mis ojos Y el interior de esa misteriosa casa... era mi interior.

Maduré la idea y como la ventana era de nueve partes, así sería mí cuadro; mí ventana, mis ojos, mi interior… mi yo.

Fue así como nació Reflexiones, Augurios y Ficciones.

Cuanto más trabajaba en él, más me acosaba el deseo de verlo terminado y se volvía obsesivo mi afán, todo era: trabajo, ideas, trabajo, ideas, trabajo, ideas, trabajo, trabajo, trabajo y más trabajo… y mas ideas.

A partir de ese momento, cada vivencia cotidiana formó parte del cuadro; ya eran mías todas las escenas posibles ¡aunque fuesen ajenas!… En los buses veía escenas para mi cuadro, en los parques, en los bares, en los mercados, en mi trabajo, en las iglesias, en los cementerios, en la calle, en las actitudes de la gente ordinaria, en fin, todo se había vuelto motivo para mi cuadro... 

Imágenes del cuadro son frases de canciones, títulos de poemas, oraciones de discursos geniales o estúpidos, hechos culturales trascendentales o no, situaciones inventadas o reales, el impacto del amor o la desdicha de este, mitos, leyendas, verdades y mentiras, pesadillas y sueños, farsas y absurdos, visiones y alucinaciones, y todo me inspiraba, porque ¡todo quería ser parte de mi cuadro!...

Mi cuadro está lleno de símbolos que abordan temas inocuos o cruciales en mí vivir, temas que, de alguna forma inciden en mí pensar, y que como pueden ser grandes temas, temas importantes, también pueden ser temas pendejos y fútiles. muchas veces los temas fueron importantes dada su actualidad o su olvido. La política ocupa buen a parte de mi atención, la religión también, considero mucho lo mágico, lo social, lo ético, lo profano y lo profundo, el aborto, la violencia, la moral, lo superficial y lo esencial, la locura, la cordura, lo sentimental y hasta el mismísimo arte.

Ahora, en cuanto a su construcción; está hecho en colores blanco, negro y tonos grises. El propósito fue de lograr sus masas de color, no con manchas, sino con dibujos que, con su cohesión logren las zonas más oscuras, y con su raleza las más claras. Los grises y el volumen aparecen cuando en el transcurso de su formación algún concepto lo sugirió.

Paradójicamente estoy hablando de una pintura construida con dibujos, porque la técnica es óleo sobre lienzo, pero en sí, está dibujado no pintado, no es la pincelada ni la veladura o la mancha, sino la línea y el punto quienes se vuelven protagonistas de la obra.  

En suma: Reflexiones podría definirse como el intento de graficar mi pensamiento...

Augurios cuando aparece la mariposa negra como señal de muerte...

Y ficciones, porque todo el cuadro es irreal, es absurdo, no existe… solo en mi mente.                              

                                                                         Dagoberto Nolasco

 

 

San Salvador, diciembre del 2010

 

 

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